Carboadicto
Tradicionalmente se ha creído que la obesidad es solo el resultado de un desequilibrio energético, así que el tratamiento en general es consumir menos energía (calorías) y quemar más y cuando con ello no se logra bajar de peso, se piensa que la persona carece de autodeterminación, fuerza de voluntad y autocontrol.

La realidad es que la obesidad más que un desequilibrio energético, es un trastorno de regulación hormonal, y como hemos visto a lo largo del desafío, la hormona que controla este proceso es la insulina, quien vincula directamente lo que comemos con la acumulación de exceso de grasa y esto, a su vez, está ligado con los alimentos que se nos antojan y el hambre que sentimos. El nivel de insulina que segrega el páncreas, es determinado en gran medida por los carbohidratos que consumimos, en especial, por los azúcares simples y los almidones de fácil digestión.
Así es como comienza el círculo vicioso, mientras más insulina secretas, más antojo de carbohidratos sientes, porque la insulina da la orden de enviar la energía a los adipocitos, las células grasas de nuestro cuerpo, lo que priva a las demás células de la energía que de otro modo, ellas habrían utilizado: básicamente, las deja sin comer, en inanición. Así que lo compensas sintiendo hambre, en especial de más carbohidratos. Los niveles altos de insulina conducen al antojo de carbohidratos. Lo que agudiza el problema es que el antojo de azúcar está mediado por el centro de recompensas del cerebro, que estimula la secreción de dopamina, produciendo una intensa sensación de placer que nuestro cerebro ansía repetir. De allí la importancia de mantener a raya los carbohidratos en un proceso de baja de peso.
Para hacerlo de forma exitosa requieres alejarte de los detonadores de la adicción, limpiando el entorno en tu casa y trabajo, evitando situaciones en las que los alimentos con azúcares añadidos estén fácilmente disponibles.
Pide apoyo a tu familia y amigos para evitar esos alimentos, igual que lo harías si estuviéramos tratando de dejar de fumar, beber o consumir otra droga más fuerte.
Y para desaprender y aprender nuevas conductas en torno a estos alimentos, te dejamos un
ejercicio en 5 pasos, para lograrlo fácilmente.
Requieres:
- Un cronómetro (puedes usar el de tu celular)
- Un bolígrafo y un papel, notas de tu celular o whatsapp
- Motivos para cambiar tu conducta dañina habitual
1 Escribe detalladamente la conducta dañina que quieres cambiar

2. Identifica exactamente lo que te motiva a empezar a comer, desde el alimento, el sentimiento, la emoción, la persona, o la situación. que te motiva a empezar a comer.
¡Ojo! No es lo mismo que trates de explicar porque lo comes
emocionalmente, el objetivo es identificar la clave que te motiva a empezar esa
conducta,
para ello, cuando sientas el deseo repentino de comenzar a comer, contesta las
siguientes 5 preguntas y escríbelas en un papel, una nota o envíaselas en mensaje de whatsapp a tu monitor.
- ¿En dónde me encuentro?
- ¿Qué hora es?
- ¿Cómo me siento?
- ¿Tengo hambre o no tengo?
- ¿Quién está a mi alrededor?
- ¿Qué estaba haciendo hace un momento que se detonó este deseo?
Es muy importante que lo escribas cuando sientas el impulso.
Al cabo de varias ocasiones, podrás identificar tu patrón de conducta. Tal vez es tu estado emocional, o tal vez es a una hora determinada, o incluso una persona que te pone nervioso. El objetivo es encontrar eso que te motiva a empezar a comer. Hacer esto tiene la ventaja adicional de regalarte tiempo para frenar el impulso.
3. Si después de contestar estas preguntas sientes el impulso de comer pon el cronómetro 5 minutos. Durante este tiempo, distrae tu mente con alguna actividad saludable. Por ejemplo:
- Ten a la mano agua fresca y tómala, tal vez solo tienes sed
- Usa una pelota suave anti-estrés para calmar los nervios.
- Respira profundo
- Sal a dar un paseo. Caminar se ha demostrado científicamente, es como comer una barra de chocolate, con el beneficio adicional de quemar calorías y ganar músculo.
- Escucha música que te relaje y te inspire
- Llama a algún amigo por teléfono y cuéntale cómo te sientes
- Haz algunas flexiones o sentadillas

Después de que pasen los 5 minutos, pregúntate: ¿Aún siento el deseo de comer compulsivamente?
Si aún sientes el deseo de comer vamos a dar un paso más.
4. Prueba con diferentes actividades para distraer tu mente, recuerda que el objetivo es cambiar esa conducta dañina, por alguna otra que te genere la misma recompensa, pero que sea saludable.
Cuando sientas el impulso de comer, cambia la rutina con diferentes actividades, hasta encontrar una que se ajuste a ti. De esta forma estarás creando un plan de acción que se ajuste perfectamente a tu vida.
Recuerda que es un proceso, y es probable que algunos días no logres detener el impulso de comer.
Si esto sucede, no te preocupes, aún hay algo que puedes hacer.
5. Si no logras controlar tu impulso, sólo escribe cómo te sientes. Tal vez tu cerebro ha registrado que al comer "eso" tu recompensa es, calmar tu ansiedad, una especie de sensación de bienestar, una forma de alivio, o alguna otra de muchas otras emociones placenteras, y escribir cómo te sientes después de este episodio de atracón, te dará algunas pistas de la recompensa que estas obteniendo a través de la comida, y será de utilidad para encontrar una actividad que te ayude a reemplazar la conducta dañina por un hábito saludable que te regale el mismo placer.