Reconciliarte contigo mismo
¿Eres de las personas a las que les ha costado bajar de peso? ¿Ha bajado y vuelve a subir con el temible efecto rebote? ¿Te has dado por vencida y piensa que ya es así y nunca logrará alcanzar su peso saludable? Te invitamos a hacer un ejercicio confrontador que apoyará tu proceso de bajar de peso. Vas a requerir hojas, pluma, un lugar a solas donde no te interrumpan y tiempo para ti. El ejercicio está tomado de una conferencista y escritora norteamericana Marianne Williamson que basa sus enseñanzas y sus escritos en Un Curso en Milagros, un programa de auto-estudio no religioso de psicoterapia espiritual, basado en temas espirituales universales. El ejercicio se trata de escribir una carta muy especial, una carta a tu YO NO DELGADO, ESA PARTE DE TI a la que culpas de las cosas o que haces o que no haces o que has dejado de hacer. Esa parte de ti que ves como un obstáculo en tu vida o con quien luchas en todo momento. Esta carta tiene la intención de que entables comunicación con tu YO no delgado, siendo completamente transparente y honesta, plasmando en el papel tanto las cosas que admiras de ella, como las que no, olvidándote de los reproches, porque la intención es que establezcas un vínculo honorable con esa parte de ti, a través de la aceptación y no del rechazo. Hoy requieres conocer y aprender a amar aquella parte de ti que come en exceso.
Como sabes, dentro de ti cohabitan diferentes formas de ser, que lo único que tienen en común, es su origen, Tú. Estas distintas formas de ser tu misma, son un gran mosaico que te conforma, tanto en la parte positiva, como en la parte que consideras menos favorecedora para ti. Marianne lo explica diciendo que eres un mosaico de posibilidades, tanto como el azul tiene distintos tonos al combinarse con otros colores, dando diferentes tonalidades como azul celeste si se combina con el blanco, azul violeta si se combina con el rojo, o azul oscuro, si se combina con el negro. Lo mismo ocurre contigo, al mezclarte con un corazón radiante y una autoestima alta, sacas a flote tu ser alegre, sano y triunfal. También existe la posibilidad de mezclarte con los traumas y la baja autoestima y actuar de forma neurótica, compulsiva o hasta adictiva. Esas distintas partes tuyas tienen algo en común: tú misma, que te manifiestas de muchos modos distintos dependiendo los factores y experiencias que afectan a tu vida.
Todo el mundo poseemos atributos diversos entremezclados, nadie es perfecto, si en cambio, todos somos perfectibles, y estas partes de nosotros, susceptibles de mejora, son simplemente partes que han sufrido daños.
Para la persona que come en exceso, el alimento representa la zona donde el virus del miedo ha infectado el sistema nervioso y lo ha dañado. Seguro hay uno o varios aspectos en de tu vida donde seas competente, feliz, e incluso has triunfado. La razón porque estas aquí, en SerFit, es porque en lo que concierne a tu salud, las cosas no han sido del todo buenas para ti misma y tu cerebro ha registrado como sedante algo que en realidad le es dañino, como la comida en exceso, el sedentarismo y mal descanso.
Cambiar el chip del miedo al amor, del rechazo a la aceptación, son los primeros pasos para transformarte, y desbloquear tu disfuncionalidad corporal, a la única función auténtica que es el amor, esa fuerza capaz de sanar tu cuerpo y tu alma.
Tú eres tú, tanto si amándote cuidas bien de ti tanto como cuando por miedo o temor, te autodestruyes. El amor aleja el temor igual que la luz ahuyenta la oscuridad. Tus células responderán favorablemente siempre cuando actúe la fuerza del amor en ti.
Si te das cuenta, todas las reacciones del Yo No Delgado nacen del temor y sólo sirven para quebrantar tu salud tanto física como emocional. Siendo nuestr objetivo quitarte un peso de encima, la liberación requiere que aprendas a amar todos y cada uno de los aspectos de ti misma, incluido ese yo al que tanto odias.
Por muy contradictorio que parezca, será tu capacidad de amar al Yo No Delgado la que provocará su desaparición. Él no ha pedido estar ahí; no se siente cómodo. Su presencia ha sido requerida por ti, nadie sino tú lo trajo a este plano.
Escribir esta carta a tu Yo No Delgado, será establecer una alianza entre la parte tuya saludable que desea emerger y la que en un mal entendidio ha elegido "cuidar de ti" de maneras poco saludables.
Esas dos facetas tuyas se manifiestan como el Yo Delgado y el Yo No Delgado. Son distintas tanto en el plano energético como en el físico. El Yo Delgado es bello al estilo del siglo XXI, por lo que tu mente consciente quiere habitarlo. El Yo No Delgado también es hermoso, aunque de un modo algo anticuado. Ninguna faceta del Yo No Delgado puede considerarse intrínseca u objetivamente carente de atractivo, y es importante que lo comprendas. Tu doble no es fea; es igual a ti, sólo que lleva un abrigo puesto, una prenda que preferirías quitarte.
Considerar feo un aspecto de ti misma supone cometer un abuso hacia tu propio ser, y es probable que reacciones a la herida infligida... digamos que... buscando algo para comer. Como es evidente, este conflicto te instala en un círculo vicioso de odio y autosabotaje que en ciertos momentos consigues controlar pero que nunca llegas a resolver del todo. Lo que quieres es quitarte el abrigo, no ponerte otro más pesado encima.
Tu Yo No Delgado, no es tu enemigo, es una parte tuya no integrada, un aspecto tuyo que pide ser reconocido y escuchado. Cuando aprendes a amarlo adquieres la capacidad de consolarlo. «Pensaba que si me ponía este abrigo sería lo bastante grande te fijarías en mí», te dice. Y, reconócelo, tiene toda tu atención.
Marianne advierte y es comprensible, albergar sentimientos ambivalentes hacia la idea de entablar una relación consciente con el Yo No Delgado, puesto que temes que, si aceptas esta parte tuya, le estarás dando permiso para quedarse. Tu reacción natural tal vez sea pensar que, si la reconoces, reforzarás su presencia. Tal vez en este punto te preguntes: ¿En qué me puede ayudar acercarme a aquello que más ansío perder de vista? Sin embargo, el Yo No Delgado tiene un mensaje para ti y seguirá contigo en tanto no se sienta escuchado. Sólo cuando hayas reconocido a esa parte tuya que te has acostumbrado a ignorar, admitiéndole en la totalidad de tu ser, como una parte tuya, el Yo No Delgado entrará en armonía con el resto de tu persona y se convertirá en aquello que en realidad es y habitará un cuerpo físico saludable que te permita funcionar en el mundo.
Parte del conflicto interno se debe a que, si bien la mente consciente rechaza al Yo No Delgado, el inconsciente se siente a gusto en él. En el plano inconsciente, tal vez te encuentres más cómoda en un cuerpo grande. Hay algo que tú te permites cuando te manifiestas como tu Yo No Delgado. En ocasiones, éste tiene la sensación de ser el auténtico. Concientemente, piensas que el Yo Delgado es el verdadero y relegas al otro a la categoría de impostor; pero para tu inconsciente, el Yo No Delgado es el auténtico mientras que el otro, un mero usurpador.
Todos ansiamos la experiencia del amor, y tal vez tú has acabado por considerar la alimentación y el sedentarismo como un acto de amor hacia ti misma, aunque comas de un modo que te perjudica y no estar activa lo sientas como consentirte aunque deteriore tu salud. Cuando te das un atracón -algo que, bien lo sabes, está lejos de ser un verdadero acto amoroso, dado que acaba por resultar autodestructivo-, te sientes nutrida en el plano emocional, aunque sólo sea por un instante. Un deseo inconsciente de amor se convierte así en un acto de odio. Si transformas esa dinámica -y aprendes a satisfacer tu necesidad de amor con amor-, dejarás de buscar en la comida y en la comodidad del sillón algo que no puede darte.
Desarrollarás hábitos nuevos. Cuando estés a punto de llevarte algo a la boca que sepas perjudicial, ya sea en cantidad o en calidad, te amarás a ti misma demasiado como para consumar el gesto; te detendrás, respirarás profundamente y sentirás cómo el cariño penetra en ti. El amor viajará por tu garganta e impregnará cada célula de tu organismo para sanarte. Este proceso te reducirá literalmente el estómago, porque reconstruirá y reparará tu apetito físico, reiniciando una relación con la parte tuya que tenía prohibida la entrada a tu corazón. Pues al impedirle el paso a tu alma, la relegaste a tu cuerpo. Y a menos que ahora la dejes entrar, seguirás afrontando los conflictos como lo vienes haciendo durante años: recurriendo a la comida igual que otras personas acuden a la bebida o a las drogas.
Quien no se ama no se comprende y quien no se comprende no se puede transformar. Amar a tu Yo No Delgado y traerlo a tu círculo de compasión, te hace recuperar el control de tu vida y aporta armonía a tu reino interior. Ese aspecto tuyo creció para atraer tu mirada, busca que lo escuches y no se marchará a menos que lo aceptes por lo que es. Una vez que se sienta aceptado y comprendido en tu corazón, obedecerá automáticamente a tu deseo de que cambie de apariencia.
Marianne lo explica en términos metafísicos como un proceso transfiguración, donde el objetivo no es expulsar a una parte tuya sino abrirle paso. En el mismo instante en que se sienta psíquicamente reintegrada en tu espíritu, perderá la necesidad de manifestarse en el plano físico.
Reflexión
Cuando estamos enfadados con alguien, nos cuesta mucho decirle: «Te quiero, te quiero», y ya está, todo queda olvidado. A veces hace falta expresar el disgusto antes de poder perdonar al otro. ¿Cómo amar a ese Yo No Delgado cuando en alguna parte de tu corazón le guardas rencor?
No tiene sentido fingir que te va a resultar fácil amar al Yo No Delgado dada la magnitud del dolor, vergüenza, fatiga y odio que te ha infligido. Tal vez, en el plano intelectual, aceptes que no es sino una manifestación de tus propios pensamientos, pero ese tipo de revelación, por sí sola, no lo hará desaparecer.
Por eso, a continuación vas a iniciar un diálogo con tu Yo No Delgado basado en la sinceridad y la transparencia, ha llegado la hora de reintegrar la distintas partes de ti misma, con el objeto de poner fin a la batalla que se libra en tu interior. Es el momento de hacer las paces.
En un lugar tranquilo. visualiza al Yo No Delgado plantado ante ti. Inicia un diálogo con él. Abre el corazón y deja que se despliegue un proceso de comunicación entre esos dos aspectos de ti misma.
Tu tarea consiste en expresar tu verdad... decirle a tu Yo No Delgado cómo te sientes en realidad... tu sensación de que ha arruinado tu felicidad... incluso lo mucho que lo odias, de ser el caso. Incluye frases precisas, incluso si así lo sientes, algo como "te odio" o "sal de mi vida". Recuerda, no la escribes con el fin de atacar al Yo No Delgado sino sólo para comunicarte con él... para iniciar un diálogo que te permita expresar pensamientos que están ahí y que, de permanecer ignorados, invadirían tu sistema en forma de toxinas. Se muy honesta y libre al redactar, recuerda que esta carta no tiene que verla nadie más que tú,
Aunque el objetivo del ejercicio es poner fin al odio que te inspira el Yo No Delgado, no llegarás a amarlo sin antes reconocer lo que representa.
Cuando le hayas manifestado tu verdad es momento de dejar hablar a tu Yo No Delgado, permítele responderte, pídele que te escriba lo que quiere decirte. Tu inconsciente posee el mensaje que debes escuchar y conoce las imágenes que necesitas ver. Escuchalo con atención, y escribe aquello que encuentres en su interior. Las respuestas están ahí.
"No subestimes el poder de estas cartas. Construir una relación entre el Yo Delgado y el No Delgado es el principio de la reconciliación con una parte de ti que pertenece al interior, no al exterior, de tu castillo" Marianne Williamson.